Como en cualquier actividad que empiezas, es
normal que al escribir cometas fallos elementales y con el tiempo, igual que el
resto de actividades, aprenderás y los corregirás.
1-
Exceso de
adverbios acabados en -mente
Es muy sencillo abusar de ellos, hay demasiados
y es muy cómodo, pero ¿sabes que más es? FEO. Está muy mal considerado porque
delatan dos cosas de nosotros como escritores. Tenemos poca práctica en el
dominio del lenguaje y sus normas y no somos cuidadosos al revisar el texto.
No significa que estén feos los adverbios, sino
repetir de forma constante los típicos “obviamente, constantemente, realmente,
simplemente…”
Revisa si te pasa a ti también, si ves que hay
varios en cada párrafo o que pocos párrafos, seguro que puedes sustituir un obviamente por algo como de forma obvia.
Mientras estés con tu borrador, usa tantos como
quieras. Al final ayudan a continuar la historia porque es lo más ágil, pero
cuando estés con las correcciones, trata de cambiar tantos como te sea posible.2- Variar el tiempo de la narración
Me ha pasado mucho y seguro que más de uno también. De pronto llega la inspiración, empiezas a escribir, todo fluye, parece que tenga un gran sentido y acabas exhausto, pero feliz por el gran avance conseguido.
Más tarde te paras a leer lo que has escrito y…
¡Sorpresa! Hay distintos tiempos verbales, pasas del pasado al futuro, del
presente al pasado o tus personajes van de un lado a otro cambiando sus
conversaciones sin darte cuenta.
No hay de qué preocuparse, es algo muy habitual,
lo importante es saber corregirlo cuando estás repasando el texto.
Por otro lado, también es habitual cambiar la
persona del narrador, puede que empieces en tercera persona “Él iba al bosque”
y acabes en primera “Yo talaba un árbol”. Cuando se dan esos casos suenan las
alarmas, porque todos saben que es un claro indicio de que estamos ante un
joven escritor o no tan joven, pero sí que empieza su recorrido.
3-
Obviar la
causa-efecto
Suele ser complicado de detectar, porque suele
pasar cuando de repente alguien soluciona un problema de forma milagrosa, sin
dar mucho sentido a lo ocurrido. Si hay un efecto, necesitamos una causa.
Puedes hacer que tus personajes actúen por
impulsos, pero asegúrate de dejar claro que los personajes se comportan así por
un motivo que les hace ser así.
Como siempre decimos, nada puede suceder por
azar, necesitamos un motivo.
Si prestas atención a estos detalles, seguro que
tus textos ganarán muchísimo. Además de demostrar ese signo de profesionalidad,
de conocer las reglas básicas del oficio, de no ser un novato en cuestiones
narrativas.
A todos nos pasa, así que
debemos seguir aprendiendo para evitarlos y solo así mejoraremos.
¿Qué te ha parecido?
¿Cometes los fallos o los has corregido ya? ¿Conoces otros fallos habituales?
No dudes en comentarlo para que todos podamos mejorar.
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